El primer bibliobús que comienza a circular en el país inicia funciones en el año 1968, gracias a la idea de la bibliotecaria María Luisa Arenas, perteneciente a la Universidad de Chile; institución académica que, al generar un convenio con la Biblioteca de California en Estados Unidos, le hace entrega de un Ford F.600 acondicionado para un servicio de bibliobús al ellos tener gran experiencia en bibliotecas móviles. La función de dicho programa era acudir en prestar un servicio bibliotecario a los estudiantes de dicha casa de estudios que se encontraban repartidos por las dependencias de la universidad en comunas de la Región Metropolitana, aunque también entregaba servicio bibliotecario a las localidades en los meses de diciembre, enero y febrero cuando finalizaban las actividades académicas del semestre de verano.